Luego de unos 4 días en Futaleufú donde conocimos a Nico, Aaron y a la flaca con quien pasamos unos días agradables pasando el fuerte calor que por estos días hacía en esta región, dejamos el pueblo antes que ellos por una carretera destapada que a ratos era pisada a ratos de mucha piedra suelta.
Llegamos hasta el lago Lonconao donde pasamos la noche junto al lago y donde pudimos hacer un fuego para preparar la comida. Al día siguiente continuamos nuestra ruta hasta llegar a Villa Santa Lucia donde después de mucho tiempo recorriendo esta Patagonia llegamos a la tan anhelada ruta austral. 30 kms y llegamos a Villa Vanguardia donde pasamos la noche para descansar.
No era la carretera austral que me imaginaba cuando leía los diferentes blogs de ciclistas que han cruzado esta parte del continente. Simplemente porque nunca pensé que fuera tan montañosa, pero a diferencia de subidas constantes, la carretera austral tiene subidas con pendientes fuertes pero cortas, un total desafío para la resistencia de las piernas.
Llegamos hasta el lago Lonconao donde pasamos la noche junto al lago y donde pudimos hacer un fuego para preparar la comida. Al día siguiente continuamos nuestra ruta hasta llegar a Villa Santa Lucia donde después de mucho tiempo recorriendo esta Patagonia llegamos a la tan anhelada ruta austral. 30 kms y llegamos a Villa Vanguardia donde pasamos la noche para descansar.
No era la carretera austral que me imaginaba cuando leía los diferentes blogs de ciclistas que han cruzado esta parte del continente. Simplemente porque nunca pensé que fuera tan montañosa, pero a diferencia de subidas constantes, la carretera austral tiene subidas con pendientes fuertes pero cortas, un total desafío para la resistencia de las piernas.
Desde Villa Vanguardia dejamos el pavimento atrás y hacemos 40 kms por una carretera destapada con muchas subidas cortas y fuertes para llegar con las piernas molidas a La Junta. Un agradable pueblo donde aprovechamos para abastecernos un poco de comida.
Dejamos el pueblo con un mejor clima después de dos noches con lluvia, y días nublado volvemos a tener un día soleado con unas pocas nubes para terminar el día en un camping libre a 10 kms de Puyuhuapi. Por lejos uno de los campings más bonitos donde me he quedado, en medio de un bosque húmedo lleno de musgo y mucha vida como nunca antes había visto en estas latitudes.
Sumado a eso, por toda la costa del lago se podían encontrar por montones una especie de mejillones, cosa que se me hizo poco común, ya que es un lago de agua dulce.
Después de una noche en medio de una fuerte lluvia el día que tendríamos después no iba a ser muy diferente ya que siguió lloviendo hasta horas de la tarde. Llegamos a Puyuhuapi donde nos recomendaron ir a visitar el Ventisquero Colgante, un glaciar al borde de la montaña. A la salida de Puyuhuapi el cielo se abre de repente y un fuerte sol se deja ver para calentar y poder secar todo lo que se había mojado.
Clima impredecible y cambiante me hizo sentirme como en la sabana bogotana. Además de que el verde y el frío son similares.
Dejamos el pueblo con un mejor clima después de dos noches con lluvia, y días nublado volvemos a tener un día soleado con unas pocas nubes para terminar el día en un camping libre a 10 kms de Puyuhuapi. Por lejos uno de los campings más bonitos donde me he quedado, en medio de un bosque húmedo lleno de musgo y mucha vida como nunca antes había visto en estas latitudes.
Sumado a eso, por toda la costa del lago se podían encontrar por montones una especie de mejillones, cosa que se me hizo poco común, ya que es un lago de agua dulce.
Después de una noche en medio de una fuerte lluvia el día que tendríamos después no iba a ser muy diferente ya que siguió lloviendo hasta horas de la tarde. Llegamos a Puyuhuapi donde nos recomendaron ir a visitar el Ventisquero Colgante, un glaciar al borde de la montaña. A la salida de Puyuhuapi el cielo se abre de repente y un fuerte sol se deja ver para calentar y poder secar todo lo que se había mojado.
Clima impredecible y cambiante me hizo sentirme como en la sabana bogotana. Además de que el verde y el frío son similares.
Llegamos a la entrada del Ventisquero Colgante donde podía uno acampar por $5000 chilenos dentro del parque o pagar $3000 en un camping más agreste en las afueras. Obviamente elegimos la opción más económica para instalarnos y al siguiente día poder entrar a ver el glaciar.
La entrada al parque tiene un costo de $5000 chilenos para extranjeros que no incluían el camping si quiera, por estas latitudes todo se va haciendo más caro a su paso.
Un duro sendero de 6 kms y con 300 mts de desnivel nos deja ante hermoso paisaje viendo el glaciar pendiendo de la montaña mientras el deshielo hace una cascada hermosa y si se está con suerte, se podían ver los pedazos de hielo caer y hacer un estruendo como el de un trueno al tocar el piso.
Luego de este recorrido donde conocimos a la primera de pareja de chilenos que iban a ser nuestros compañeros de viaje por los próximos kilómetros, Denis y Camila. Pasamos una noche más en el camping y al siguiente día seguimos con rumbo a Villa Amanguales, lo que no sabíamos era que la ruta tenía tramos en construcción por lo que habían bloqueos de 1 a 5 p.m.
Tuvimos que esperar hasta las 5, pero la espera nos dio tiempo para conocer un grupo de 4 ciclistas chilenos más y cuando nos dejaron pasar parecíamos una banda.
Siendo así eran 6 ciclistas que se tomaron la ruta austral, aunque se venía una cuesta fuerte en medio del ripio, pudimos sortear las piedras sueltas y llegar hasta el desvío a Puerto Cisnes, sin encontrar un buen sitio donde poner las carpas, decidimos seguir hasta Villa Amenguales que se encontraba a 40 kms.
Después de una dura cuesta las piernas ya venían agotadas pero aun así seguimos, pero a falta de 7 kms una pequeña cuesta para llegar a la Villa nos termina de reventar lo poco que nos quedaba de piernas.
Y de este modo termino mi primer día de pedaleo en todo el viaje en medio de la noche, aun con el horario de verano oscureciendo alrededor de las 9:30, llegamos en medio de la oscuridad a la villa donde pudimos instalarnos en la zona verde de la iglesia y poder preparar la comida para recuperar fuerzas para el siguiente día.
La entrada al parque tiene un costo de $5000 chilenos para extranjeros que no incluían el camping si quiera, por estas latitudes todo se va haciendo más caro a su paso.
Un duro sendero de 6 kms y con 300 mts de desnivel nos deja ante hermoso paisaje viendo el glaciar pendiendo de la montaña mientras el deshielo hace una cascada hermosa y si se está con suerte, se podían ver los pedazos de hielo caer y hacer un estruendo como el de un trueno al tocar el piso.
Luego de este recorrido donde conocimos a la primera de pareja de chilenos que iban a ser nuestros compañeros de viaje por los próximos kilómetros, Denis y Camila. Pasamos una noche más en el camping y al siguiente día seguimos con rumbo a Villa Amanguales, lo que no sabíamos era que la ruta tenía tramos en construcción por lo que habían bloqueos de 1 a 5 p.m.
Tuvimos que esperar hasta las 5, pero la espera nos dio tiempo para conocer un grupo de 4 ciclistas chilenos más y cuando nos dejaron pasar parecíamos una banda.
Siendo así eran 6 ciclistas que se tomaron la ruta austral, aunque se venía una cuesta fuerte en medio del ripio, pudimos sortear las piedras sueltas y llegar hasta el desvío a Puerto Cisnes, sin encontrar un buen sitio donde poner las carpas, decidimos seguir hasta Villa Amenguales que se encontraba a 40 kms.
Después de una dura cuesta las piernas ya venían agotadas pero aun así seguimos, pero a falta de 7 kms una pequeña cuesta para llegar a la Villa nos termina de reventar lo poco que nos quedaba de piernas.
Y de este modo termino mi primer día de pedaleo en todo el viaje en medio de la noche, aun con el horario de verano oscureciendo alrededor de las 9:30, llegamos en medio de la oscuridad a la villa donde pudimos instalarnos en la zona verde de la iglesia y poder preparar la comida para recuperar fuerzas para el siguiente día.
Así como hice mi primer trayecto de noche hice también mi día de pedaleo más corto en todo el viaje, al siguiente día hicimos solo 8 kms ya que a la salida de Villa Amenguales se encontraba el Lago las Torres donde había un camping libre y decidimos pasar el día para descansar del fuerte día anterior. Y con el tiempo pasamos de ser 6 ciclistas a ser 10, ya que Denis y Camila llegaron luego así como lo hicieron María Paz y Claudio, en realidad esa noche en total fuimos 11 ya que también llegó un alemán que iba hacía el norte y se quedó con nosotros.
Siguiente día hicimos el recorrido hasta Villa Mañihuales en medio de una fuerte lluvia, allí nadie quería hacer carpa debido al mal clima, por lo que buscamos una cabaña por lo mismo que ya éramos 10 personas. Y la conseguimos sin mucho recorrer ya que la señora de uno de los supermercados donde a propósito vendían unas empandas de pino deliciosas, nos ofreció una casa que tenía atrás del negocio. Pudimos dormir cubiertos de la lluvia y el frío. Y también aprovechamos el lugar para hacernos un asadito y pasar un rato agradable.
Al siguiente día el clima no se pronosticaba de buena forma, iniciamos el pedaleo con un día bastante gris que con el acumular de los kilómetros se dejó ver con una fuerte lluvia que nos dejó buscando alojamiento a 30 kms de Coyhaique en el camping de otra reserva donde conseguimos una pequeña cabaña que tenía una estufa de leña la cual aprovechamos más que para cocinar, para secar toda la ropa, zapatos y demás cosas que traíamos mojadas.
Al final terminamos los últimos 30 kms para poder llegar hasta Coyhaique en un día con cielos más abiertos y tanto que los últimos kilómetros los hicimos en medio de un agradable sol, ya en Coyhaique nos tomamos la última foto en grupo y 4 del grupo se encontraron con amigos que los iban a alojar y el resto buscamos un camping donde pasar los siguientes dos días. Dos días para descansar y abastecerse ya que Coyahaique era ciudad.
Siguiente día hicimos el recorrido hasta Villa Mañihuales en medio de una fuerte lluvia, allí nadie quería hacer carpa debido al mal clima, por lo que buscamos una cabaña por lo mismo que ya éramos 10 personas. Y la conseguimos sin mucho recorrer ya que la señora de uno de los supermercados donde a propósito vendían unas empandas de pino deliciosas, nos ofreció una casa que tenía atrás del negocio. Pudimos dormir cubiertos de la lluvia y el frío. Y también aprovechamos el lugar para hacernos un asadito y pasar un rato agradable.
Al siguiente día el clima no se pronosticaba de buena forma, iniciamos el pedaleo con un día bastante gris que con el acumular de los kilómetros se dejó ver con una fuerte lluvia que nos dejó buscando alojamiento a 30 kms de Coyhaique en el camping de otra reserva donde conseguimos una pequeña cabaña que tenía una estufa de leña la cual aprovechamos más que para cocinar, para secar toda la ropa, zapatos y demás cosas que traíamos mojadas.
Al final terminamos los últimos 30 kms para poder llegar hasta Coyhaique en un día con cielos más abiertos y tanto que los últimos kilómetros los hicimos en medio de un agradable sol, ya en Coyhaique nos tomamos la última foto en grupo y 4 del grupo se encontraron con amigos que los iban a alojar y el resto buscamos un camping donde pasar los siguientes dos días. Dos días para descansar y abastecerse ya que Coyahaique era ciudad.