Después de 2 días de descanso en la casa de Dora y sus hijos donde recuperé mis fuerzas, mi estómago y lo más importante el ánimo; con un gran esfuerzo de dejar lugar tan agradable y acogedor continuo con mi travesía con rumbo a Palmira.
La verdad es que no hay mucho de que hablar sobre el Valle, una tierra extensa donde para donde uno mire solo encuentra cultivos, cultivos y más cultivos de caña de azúcar y una que otra hacienda con ganado. Bueno, a excepción de La Unión donde se encuentran los viñedos de la Casa Grajales, pero eso es otra historia.
Volviendo al Valle la carretera es tan monótona que a veces da sueño andar en constante plano y con el mismo paisaje siempre. Que toca recurrir al uso de actividades como cantar, jugar al carrito, al camioncito, y otras más pendejadas que se puedan ocurrir.
La verdad es que no hay mucho de que hablar sobre el Valle, una tierra extensa donde para donde uno mire solo encuentra cultivos, cultivos y más cultivos de caña de azúcar y una que otra hacienda con ganado. Bueno, a excepción de La Unión donde se encuentran los viñedos de la Casa Grajales, pero eso es otra historia.
Volviendo al Valle la carretera es tan monótona que a veces da sueño andar en constante plano y con el mismo paisaje siempre. Que toca recurrir al uso de actividades como cantar, jugar al carrito, al camioncito, y otras más pendejadas que se puedan ocurrir.
Ya en Palmira Fernando me recibe y me guía hasta su casa donde Aurora, su esposa, me recibe con un señor almuerzo… sí, almuerzo. Llegué a Palmira alrededor del mediodía, ya que en el Valle hacer más de 60 Kms no requiere de más de 3 horas. Por lo que el tiempo estimado que tenía de llegada se hizo muchísimo más corto.
El resto de tarde la aprovecho para remendar un par de huecos que tenían mis tenis y conversar con Luis, el hijo mayor de Fernando, sobre la vida social de Palmira y Cali.
Ya caída la noche quedo sin palabras cuando me doy cuenta que Fernando y Aurora me ceden su cama para que yo pasara la noche, la verdad no sé como hicieron para acomodarse con los hijos, que son 3, para que yo pudiera dormir en su cama. De admirar.
Al otro día nuevamente Fernando me acompaña hasta la salida de Palmira y me indica la carretera que debo tomar no sin antes advertirme que cuando llegara a Puerto Tejada no fuera a coger la variante sino que entrara al pueblo. Más adelante a un kilómetro de Puerto Tejada decido parar y descansar sobre la vía, a lo que se me acerca un señor en su moto.
—Oiga mijo, no se confíe por estos lados que le caen las ratas de Pto Tejada.
El resto de tarde la aprovecho para remendar un par de huecos que tenían mis tenis y conversar con Luis, el hijo mayor de Fernando, sobre la vida social de Palmira y Cali.
Ya caída la noche quedo sin palabras cuando me doy cuenta que Fernando y Aurora me ceden su cama para que yo pasara la noche, la verdad no sé como hicieron para acomodarse con los hijos, que son 3, para que yo pudiera dormir en su cama. De admirar.
Al otro día nuevamente Fernando me acompaña hasta la salida de Palmira y me indica la carretera que debo tomar no sin antes advertirme que cuando llegara a Puerto Tejada no fuera a coger la variante sino que entrara al pueblo. Más adelante a un kilómetro de Puerto Tejada decido parar y descansar sobre la vía, a lo que se me acerca un señor en su moto.
—Oiga mijo, no se confíe por estos lados que le caen las ratas de Pto Tejada.
Ya en Popayán me recibe Mauricio en su casa que a propósito es de admirar, ya que tiene pollos, perros, una gata, gansos, un pavo, yacimientos de agua, un arroyo, un estanque, terreno con mucho espacio para cultivar, pero lo más importante una familia tan agradable y querida que a veces me pregunto si de verdad uno se merece tanto acogimiento por parte de una persona al abrirle las puertas de su casa por tan solo estar andando en una bicicleta.
Sigo hacía Pto Tejada y hago como ya me habían dicho y entro al pueblo, el cual atravieso sin ninguna complicación.
Nuevamente hago otros 70 Kms en menos de cuatro horas por lo que a la 1 de la tarde ya me encontraba en Santander de Quilichao y arribo a la casa de John, un contacto de Warmshowers con quien termino el día conversando sobre sus anteriores huéspedes, del gringo enfermo y comparando los acentos y costumbres de las diferentes regiones del país.
Y que mejor forma de dejar el Valle atrás que con la subida a Piendamó y por consiguiente Popayán. Una subida de 70 Kms con unas que otras bajaditas, planos y lo que me gusta llamar “los falsos positivos”.
¿Qué es un falso positivo?
Falso positivo es ese tramo de la carretera que se encuentra al final de una subida, que aparenta ser un plano o en su defecto la bajada del otro lado de la montaña que se está subiendo. Pero, que desgraciadamente cuando se llega a este punto es nada más una pequeña declinación de la pendiente la cual toma más fuerza unos metros más adelante. Destrozando en uno toda esperanza de un alivio y/o respiro incrementando la intensidad de la pendiente y arrancando medio pulmón y un cuarto de pierna en uno.
Termino la subida en dos días: el primero de 40 Kms y el segundo de 30, subiendo hasta el último metro de llegada. Porque para no ser suficiente con 70 Kms de subida, la llegada a Popayán por este lado del mapa es en subida y no en bajada como en la mayoría de ciudades. Y a eso se le pude sumar que el sol me acompañó desde las 8 de la mañana que inicié, con toda su fuerza y resplandor, y a 1800 mts un sol de ese calibre ya es de cuidado.
Nuevamente hago otros 70 Kms en menos de cuatro horas por lo que a la 1 de la tarde ya me encontraba en Santander de Quilichao y arribo a la casa de John, un contacto de Warmshowers con quien termino el día conversando sobre sus anteriores huéspedes, del gringo enfermo y comparando los acentos y costumbres de las diferentes regiones del país.
Y que mejor forma de dejar el Valle atrás que con la subida a Piendamó y por consiguiente Popayán. Una subida de 70 Kms con unas que otras bajaditas, planos y lo que me gusta llamar “los falsos positivos”.
¿Qué es un falso positivo?
Falso positivo es ese tramo de la carretera que se encuentra al final de una subida, que aparenta ser un plano o en su defecto la bajada del otro lado de la montaña que se está subiendo. Pero, que desgraciadamente cuando se llega a este punto es nada más una pequeña declinación de la pendiente la cual toma más fuerza unos metros más adelante. Destrozando en uno toda esperanza de un alivio y/o respiro incrementando la intensidad de la pendiente y arrancando medio pulmón y un cuarto de pierna en uno.
Termino la subida en dos días: el primero de 40 Kms y el segundo de 30, subiendo hasta el último metro de llegada. Porque para no ser suficiente con 70 Kms de subida, la llegada a Popayán por este lado del mapa es en subida y no en bajada como en la mayoría de ciudades. Y a eso se le pude sumar que el sol me acompañó desde las 8 de la mañana que inicié, con toda su fuerza y resplandor, y a 1800 mts un sol de ese calibre ya es de cuidado.