Tras la llegada a Caraz y el haber visto los nevados el ánimo vuelve a mi y las ganas de subir estas imponentes montañas me invade nuevamente. Por lo que busco un lugar donde quedarme, prepararme y dejar peso para al siguiente día subir hasta la laguna.
Al siguiente día comienza una subida nada fácil por supuesto, empezando porque era un ascenso de 2000 mts por una carretera totalmente destapada y con el sol a pleno, aunque tenía a favor que había dejado más de la mitad de las cosas en Caraz. En resumen fue un ascenso bastante exigente y agotador.
Y también confirmo dos cosas de Perú y es que durante el verano en los andes peruanos dos cosas pueden acabar contigo: una es la razón más obvia y es el sol y las altas temperaturas a pesar de la altura y segundo los bichos.
Se pueden encontrar toda clase de mosquitos durante un ascenso. Empezando desde los 2000 hasta las 3000 mts se encuentra el típico mosquito jején que es tan pequeño que no se ve pero que sabes que está ahí porque se siente su picada. Además rondan por miles.
Seguido del jején, entre los 3000 a 3600 mts está el típico zancudo con su desesperante sonido y revoloteo cerca a los oídos. Cabe anotar que el zancudo es la fiel imagen de los kamikazes japoneses de la segunda guerra mundial, atacan incesablemente tras su principal objetivo que es poder picar y extraer así sea una gota de sangre, sin importar morir en el intento. Cada manotazo es una baja de 4 o 5 de estos zancudos kamikazes.
Y por último encontramos de los 3800 para arriba, la verdad no creo que tengan límite de altura, encontramos la mosca radioactiva. Una mosca del tamaño de una canica de colores azul, rojo o amarillo brillante y de un aspecto repulsivo, es tan grande la mosca que se puede ver revoloteando encima de uno en la sombra. Su objetivo, boca, nariz, ojos o cualquier otra parte de la cara. No hay manoteo que valga contra este Goliat con alas, inclusive uno deja de manotear al tocarlas en uno de los tantos manoteos, desagradable sensación.
Al siguiente día comienza una subida nada fácil por supuesto, empezando porque era un ascenso de 2000 mts por una carretera totalmente destapada y con el sol a pleno, aunque tenía a favor que había dejado más de la mitad de las cosas en Caraz. En resumen fue un ascenso bastante exigente y agotador.
Y también confirmo dos cosas de Perú y es que durante el verano en los andes peruanos dos cosas pueden acabar contigo: una es la razón más obvia y es el sol y las altas temperaturas a pesar de la altura y segundo los bichos.
Se pueden encontrar toda clase de mosquitos durante un ascenso. Empezando desde los 2000 hasta las 3000 mts se encuentra el típico mosquito jején que es tan pequeño que no se ve pero que sabes que está ahí porque se siente su picada. Además rondan por miles.
Seguido del jején, entre los 3000 a 3600 mts está el típico zancudo con su desesperante sonido y revoloteo cerca a los oídos. Cabe anotar que el zancudo es la fiel imagen de los kamikazes japoneses de la segunda guerra mundial, atacan incesablemente tras su principal objetivo que es poder picar y extraer así sea una gota de sangre, sin importar morir en el intento. Cada manotazo es una baja de 4 o 5 de estos zancudos kamikazes.
Y por último encontramos de los 3800 para arriba, la verdad no creo que tengan límite de altura, encontramos la mosca radioactiva. Una mosca del tamaño de una canica de colores azul, rojo o amarillo brillante y de un aspecto repulsivo, es tan grande la mosca que se puede ver revoloteando encima de uno en la sombra. Su objetivo, boca, nariz, ojos o cualquier otra parte de la cara. No hay manoteo que valga contra este Goliat con alas, inclusive uno deja de manotear al tocarlas en uno de los tantos manoteos, desagradable sensación.
La subida estaba dividida en dos tramos; el primero de 18 kms que se recorría entre caseríos , caídas de agua y vistas de las montañas y por ratos una panorámica de Caraz. Y el segundo tramo de 15 kms que va desde el puesto de control y entrando ya en la pequeña grieta que hay entre las montañas para subir hasta la laguna y en la cual no hay descanso debido al incesable molestar de los insectos. No se podía parar ni un momento a tomar agua o un poco de aire porque llegaban miles y miles de los ya mencionados insectos a hacer de esta subida un infierno.
Con la ayuda de los amigos insectos hago el segundo tramo de forma exigente y al llegar a los 3800 tengo un pequeño descanso ya que por la hora baja un poco el ataque de los insectos.
Con las piernas cansadas faltando casi 400 mts de ascenso y unos 4 km de recorrido, puedo tomar un pequeño descanso, al final termino subiendo reguladamente y logro llegar a la laguna que al estar ante tan hermoso paisaje toda dolencia, cansancio, fatiga se desapareció ipso facto, pensaba seguir hasta la segunda laguna y acampara allí pero el camino que seguí era solo para trekking por lo que no puede pasar con la bici. Admirado del lugar solo puede armar mi carpa y quedarme contemplando tanta belleza hasta caer la noche.
Al siguiente día tomo el camino de trekking y voy caminando hasta la segunda laguna a conocer el lugar. No lo podía creer, una playa en medio de los andes a 4200 mts de altura y rodeada por una serie de nevados. Un lugar del cual no quería bajarme nunca. Además el agua era tan clara que se podía ver por partes cerca a las orillas el fondo de la laguna, y al mismo tiempo un agua tan pura que no hubo necesidad de traer agua a este viaje, toda el agua que necesitaba o cada vez que me daba sed tan solo era cuestión de acercarse a uno de los miles chorros que bajaban de los nevados y beber directo de la montaña. Vaya espectáculo.
Con la ayuda de los amigos insectos hago el segundo tramo de forma exigente y al llegar a los 3800 tengo un pequeño descanso ya que por la hora baja un poco el ataque de los insectos.
Con las piernas cansadas faltando casi 400 mts de ascenso y unos 4 km de recorrido, puedo tomar un pequeño descanso, al final termino subiendo reguladamente y logro llegar a la laguna que al estar ante tan hermoso paisaje toda dolencia, cansancio, fatiga se desapareció ipso facto, pensaba seguir hasta la segunda laguna y acampara allí pero el camino que seguí era solo para trekking por lo que no puede pasar con la bici. Admirado del lugar solo puede armar mi carpa y quedarme contemplando tanta belleza hasta caer la noche.
Al siguiente día tomo el camino de trekking y voy caminando hasta la segunda laguna a conocer el lugar. No lo podía creer, una playa en medio de los andes a 4200 mts de altura y rodeada por una serie de nevados. Un lugar del cual no quería bajarme nunca. Además el agua era tan clara que se podía ver por partes cerca a las orillas el fondo de la laguna, y al mismo tiempo un agua tan pura que no hubo necesidad de traer agua a este viaje, toda el agua que necesitaba o cada vez que me daba sed tan solo era cuestión de acercarse a uno de los miles chorros que bajaban de los nevados y beber directo de la montaña. Vaya espectáculo.
Después de caminar y recorrer durante toda la mañana este maravilloso lugar el mediodía y el sol fueron de antesala para la llegada de un viejo amigo, la mosca radioactiva, su desesperante revoloteo me hicieron devolverme lo más rápido posible hasta la carpa, desarmar y alistar para volver a bajar. Tantas eran las moscas que parecía que se hacían nubes de ellas. Rápidamente comienzo a descender pensando que la velocidad y el viento las espantarían pero el pedregal de carretera en el que me encontraba no era mucho lo que me dejaba avanzar.
Luego de unos cuantos minutos descendiendo y luchando contra los insectos llego hasta el puesto de control y unas horas mas bajando y me encuentro nuevamente en Caraz, algo cansado, agotado, picado pero con la satisfacción de que estuve en uno de los sitios más maravillosos que he visto y que pude llegar hasta allá en la bici.
No siendo más en Caraz descanso esa noche para al siguiente día continuar rumbo a Huaraz donde me encontraría nuevamente con Antonio y Amanda. 1000 kms y 6 semanas después nos volvemos a ver desde la última vez en Cuenca. Busco donde dejar mis cosas y sin perder tiempo sigo rumbo a Lima (en bus) para resolver la cuestión de mi estadía y descansar unos días.
Luego de unos cuantos minutos descendiendo y luchando contra los insectos llego hasta el puesto de control y unas horas mas bajando y me encuentro nuevamente en Caraz, algo cansado, agotado, picado pero con la satisfacción de que estuve en uno de los sitios más maravillosos que he visto y que pude llegar hasta allá en la bici.
No siendo más en Caraz descanso esa noche para al siguiente día continuar rumbo a Huaraz donde me encontraría nuevamente con Antonio y Amanda. 1000 kms y 6 semanas después nos volvemos a ver desde la última vez en Cuenca. Busco donde dejar mis cosas y sin perder tiempo sigo rumbo a Lima (en bus) para resolver la cuestión de mi estadía y descansar unos días.