Que mejor forma de dejar Colombia que montando en ferry, pedaleando por una carretera no apta para los riñones, tomándome lo que creía sería mi última Pony Malta y muchas cosas más.
Empecemos porque rumbo a Puerto Asís conocí a un vendedor de granadilla y mango tolimense y que se transportaba en una camioneta R12. Fue él quien me dijo que no fuera a coger la ruta por Santana para ir hacía La Hormiga, sino que llegara hasta Pto Asís y usara el ferry para coger la carretera hasta El Tigre. Porque era más corto y había menos loma.
Y pues como me pareció un buen consejo lo seguí a cabalidad.
Dejé Puerto Asís después de haber conocido a Javier, un tipo agradable muy fanático del ciclismo y el viajar, a quien su padre le había fallecido hacía 6 meses en una mañana como cualquier otra que salió a su rutinario pedaleo de entrenamiento con otros dos amigos y un borracho amanecido le pasó por encima con el carro dejándolo sin vida ipso facto.
Ya en el puerto me encuentro nuevamente con el compañero huilense de las granadillas y cruzamos en el ferry hasta el otro lado del río Putumayo, no sin antes suplirme de granadillas y mangos para mi trayecto.
Empecemos porque rumbo a Puerto Asís conocí a un vendedor de granadilla y mango tolimense y que se transportaba en una camioneta R12. Fue él quien me dijo que no fuera a coger la ruta por Santana para ir hacía La Hormiga, sino que llegara hasta Pto Asís y usara el ferry para coger la carretera hasta El Tigre. Porque era más corto y había menos loma.
Y pues como me pareció un buen consejo lo seguí a cabalidad.
Dejé Puerto Asís después de haber conocido a Javier, un tipo agradable muy fanático del ciclismo y el viajar, a quien su padre le había fallecido hacía 6 meses en una mañana como cualquier otra que salió a su rutinario pedaleo de entrenamiento con otros dos amigos y un borracho amanecido le pasó por encima con el carro dejándolo sin vida ipso facto.
Ya en el puerto me encuentro nuevamente con el compañero huilense de las granadillas y cruzamos en el ferry hasta el otro lado del río Putumayo, no sin antes suplirme de granadillas y mangos para mi trayecto.
Comienza mi trayecto hacía El Tigre y posteriormente a La Hormiga, no sin antes pasar por El Elefante y La Arañita (?)... no en serio, rumbo hacía El Tigre cruzo por los 50 Kms más agonizantes de todo el viaje, un destapado que no podría caberle una piedra más, y no cualquier piedra, piedra de río. Y para rematar no basta con tener piedra la carretera después de unos 20 Kms de recorrido empieza a subir y bajar como toda una montaña rusa digna de emociones fuertes, solo que acá lo único fuerte que debía tener era mis manos al manubrio para no caerme con una mortal piedra del camino, y mi culo, aferrándome al sillín evitando saltar tanto y hacerle el menor daño posible a mis riñones.
En serio 30 Kms de sube y baja a una altura de no más 500 mts es bastante agotador y desesperante, hay que agradecer que el clima estaba nublado, ya que de haber sido en medio del sol habría sido mucho peor.
Llego a La Hormiga bastante agotado y decido parar en una tienda a comprar un par de riñones nuevos para así poder emprender al siguiente hacía el Puente Internacional de San Miguel.
Lamentablemente dejo atrás Colombia por una de las vías más desastrosa del país, que pensarán de nosotros los ecuatorianos cuando entran al país por estos lados. Para ser una región de mucha actividad petrolera, las carreteras están en muy mal estado. ¿A quién culpar, la gente o los políticos?
Y ni hablar de el último pueblo antes de salir del país, San Miguel, un pueblo que siendo la entrada al país y la primera imagen del cruce fronterizo, está envuelto en una miseria que se disputa el primer puesto al "como es posible" junto a Buenaventura y su puerto.
Al otro lado llego al edificio de migración y recibo mi primero de muchos sellos de salida de un país y mi primero de muchos sellos de entrada a un país, llegando a Lagoagrio me encuentro con Pauline et Christophe de c'est parti pour un tour una pareja de cicloturistas belgas que van rumbo a Colombia, una pequeña charla, indicaciones, una foto y seguimos con nuestros rumbos. El mío unos 15 Kms más adelante hasta Lagoagrio donde me quedo en la casa de don Alirio.
En serio 30 Kms de sube y baja a una altura de no más 500 mts es bastante agotador y desesperante, hay que agradecer que el clima estaba nublado, ya que de haber sido en medio del sol habría sido mucho peor.
Llego a La Hormiga bastante agotado y decido parar en una tienda a comprar un par de riñones nuevos para así poder emprender al siguiente hacía el Puente Internacional de San Miguel.
Lamentablemente dejo atrás Colombia por una de las vías más desastrosa del país, que pensarán de nosotros los ecuatorianos cuando entran al país por estos lados. Para ser una región de mucha actividad petrolera, las carreteras están en muy mal estado. ¿A quién culpar, la gente o los políticos?
Y ni hablar de el último pueblo antes de salir del país, San Miguel, un pueblo que siendo la entrada al país y la primera imagen del cruce fronterizo, está envuelto en una miseria que se disputa el primer puesto al "como es posible" junto a Buenaventura y su puerto.
Al otro lado llego al edificio de migración y recibo mi primero de muchos sellos de salida de un país y mi primero de muchos sellos de entrada a un país, llegando a Lagoagrio me encuentro con Pauline et Christophe de c'est parti pour un tour una pareja de cicloturistas belgas que van rumbo a Colombia, una pequeña charla, indicaciones, una foto y seguimos con nuestros rumbos. El mío unos 15 Kms más adelante hasta Lagoagrio donde me quedo en la casa de don Alirio.