Dejo Quito, bueno en realidad dejo Nayón, que es al lado de Quito... dejo Quito después de una larga semana de turismo recorriendo las calles de Quito, sus montañas y alrededores. Pero más que fotos y la dicha de saber que estuve en todos esos lugares, me llevo el afecto y el cariño de toda una familia (incluyendo el perro); la familia Villamil Garzón que me acogió, me alimentó, me trajo, me llevó y me hizo un miembro más de su grandiosa y bella familia.
Mi nuevo destino, el imponente volcán Cotopaxi. Así que me dirijo hacía Machachi donde y ame habían informado que hay una entrada al Parque Nacional Cotopaxi. Llego a Machachi guiado por un gran aviso en la Panamericana que dice "Entrada al Parque Nacional Cotopaxi" y así sigo avanzado guiado por una serie de avisos indicando la entrada hacía el parque. Cuando llego a un punto en donde no hay más avisos, a lo que decido preguntar a un oriundo del pueblo, pero éste me indica que tenía que volver a la principal y seguir hasta la entrada antes de Latacunga.
No contento con la respuesta unos metros más adelante decido preguntar a otra oriunda, a lo que ésta me responde con la misma indicación anterior. No siendo más vuelvo a la carretera y sigo pedaleando hasta llegar al desvío hacía la entrada del parque.
Mi propósito era la de conseguir un buen lugar para acampar y al amanecer poder tomar unas buenas fotos del Cotopaxi, pero vendría una serie de sucesos desafortunados que cambiarían totalmente eso... sí, así tal cual como la película.
Lo que no decía la entrada al parque era que a lado y lado de la carretera había toda una comunidad de pinos que no era mucho lo que dejaban ver hacía el volcán. Sigo subiendo y llego hasta la entrada del parque pero se encontraba cerrada, el servicio era hasta las 3 p.m. y siendo las 5:30 no iba a conseguir nada. Pido permiso a los guarda-parques para acampar en una cancha que había detrás y hago mi carpa con la ilusión de ver a este gigante al amanecer.
Mi nuevo destino, el imponente volcán Cotopaxi. Así que me dirijo hacía Machachi donde y ame habían informado que hay una entrada al Parque Nacional Cotopaxi. Llego a Machachi guiado por un gran aviso en la Panamericana que dice "Entrada al Parque Nacional Cotopaxi" y así sigo avanzado guiado por una serie de avisos indicando la entrada hacía el parque. Cuando llego a un punto en donde no hay más avisos, a lo que decido preguntar a un oriundo del pueblo, pero éste me indica que tenía que volver a la principal y seguir hasta la entrada antes de Latacunga.
No contento con la respuesta unos metros más adelante decido preguntar a otra oriunda, a lo que ésta me responde con la misma indicación anterior. No siendo más vuelvo a la carretera y sigo pedaleando hasta llegar al desvío hacía la entrada del parque.
Mi propósito era la de conseguir un buen lugar para acampar y al amanecer poder tomar unas buenas fotos del Cotopaxi, pero vendría una serie de sucesos desafortunados que cambiarían totalmente eso... sí, así tal cual como la película.
Lo que no decía la entrada al parque era que a lado y lado de la carretera había toda una comunidad de pinos que no era mucho lo que dejaban ver hacía el volcán. Sigo subiendo y llego hasta la entrada del parque pero se encontraba cerrada, el servicio era hasta las 3 p.m. y siendo las 5:30 no iba a conseguir nada. Pido permiso a los guarda-parques para acampar en una cancha que había detrás y hago mi carpa con la ilusión de ver a este gigante al amanecer.
Pero... al amanecer me despierta no el rayo de luz sino el sonido de la lluvia golpeando el techo de mi carpa —¡Mierda!— me quedo arrunchado como hasta las 10 , salgo de mi carpa y aprovecho para pedir información sobre la subida. Mediodía y empieza a mermar la lluvia, empaco y emprendo mi subida en medio de una leve llovizna hasta el primer área de camping.
Y es en esta área de camping donde conozco a Justine y Eduard, una pareja de mochileros belgas; a Clara y Nicolás, otra pareja de mochileros franceses.
Al siguiente día subimos hasta la siguiente área de camping donde se encuentra la laguna Limpiopungo cuando pasa un convoy del ejército al cual "les nouveaux amis" no dudan en pedir aventón, con la suerte de que paran y a mi y a Koga nos suben rápidamente en el Humvee, ya que los camiones eran demasiados altos para subir a Koga.
En menos de 30 minutos estábamos en el parqueadero para subir al refugio del Cotopaxi. Dejo a Koga y subo a pie hasta el refugio acompañado de dos pelotones de soldados. Y lo que comenzó con un ascenso desastroso en el que pensaba que no iba a poder ver al Cotopaxi, termino con la nieve del volcán bajo mis pies y sintiendo cada ráfaga de viento helado sobre mi cara.
Y es en esta área de camping donde conozco a Justine y Eduard, una pareja de mochileros belgas; a Clara y Nicolás, otra pareja de mochileros franceses.
Al siguiente día subimos hasta la siguiente área de camping donde se encuentra la laguna Limpiopungo cuando pasa un convoy del ejército al cual "les nouveaux amis" no dudan en pedir aventón, con la suerte de que paran y a mi y a Koga nos suben rápidamente en el Humvee, ya que los camiones eran demasiados altos para subir a Koga.
En menos de 30 minutos estábamos en el parqueadero para subir al refugio del Cotopaxi. Dejo a Koga y subo a pie hasta el refugio acompañado de dos pelotones de soldados. Y lo que comenzó con un ascenso desastroso en el que pensaba que no iba a poder ver al Cotopaxi, termino con la nieve del volcán bajo mis pies y sintiendo cada ráfaga de viento helado sobre mi cara.
Bajo del refugio, comienzo mi descenso y en menos de lo que canta un gallo me encuentro de nuevo en la Panamericana pedaleando hacía Latacunga donde paso la noche para al siguiente rumbo seguir mi ruta hacía Baños.
Una ruta por la que me encuentro con Antonio y Amanda una pareja de cicloviajeros, él español y ella americana. Compartimos el almuerzo, anécdotas y luego la ruta hasta Pelileo, donde nos quedamos a descansar para seguir al otro día hacía Baños.
Una ruta por la que me encuentro con Antonio y Amanda una pareja de cicloviajeros, él español y ella americana. Compartimos el almuerzo, anécdotas y luego la ruta hasta Pelileo, donde nos quedamos a descansar para seguir al otro día hacía Baños.