San Juan era el último pueblo donde podía aprovisionarse de comida y agua y más si se piensa hacer la ruta de las lagunas. Una ruta extremadamente difícil de 10 días por carreteras que hasta los 4x4 sufren pasando. Con las bicis cargadas con toda la comida y agua dejamos San Juan rumbo a Chiguana, un pequeño "pueblo" donde lo único que hay es un pequeño campamento militar y una estación de tren abandonada en donde nos despedimos de Antoine. Ya que el decide no tomar la ruta de laguna por el mal estado en el que venía su cadena a punto de reventarse.
La foto de postal con el grupo y una despedida que deja triste al grupo que de apoco comienza a desintegrarse.
Seguimos atravesando este "pequeño" salar en medio de volcanes que en su tiempo dejaron las montañas con cicatrices, ya que es interesante ver que la mayoría de los volcanes les faltaba la mitad del cráter, nuestra hipótesis era que la otra mitad la perdieron durante un fuerte estallido en medio de una gran actividad volcánica.
La foto de postal con el grupo y una despedida que deja triste al grupo que de apoco comienza a desintegrarse.
Seguimos atravesando este "pequeño" salar en medio de volcanes que en su tiempo dejaron las montañas con cicatrices, ya que es interesante ver que la mayoría de los volcanes les faltaba la mitad del cráter, nuestra hipótesis era que la otra mitad la perdieron durante un fuerte estallido en medio de una gran actividad volcánica.
Después de kilómetros y kilómetros de sal y barro secos llegamos a lo que sería el comienzo del primer ascenso para llegar a la ruta internacional y comenzar a subir rumbo hacía las lagunas.
Una subida en medio de la arena a no más de 5 km/h y en tramos empujando la bici. Cosa nada fácil ya que venían pesadísimas por la cantidad de agua y comida de más que traíamos.
Empujando en medio de la arena con las llantas enterradas hacemos unos miserables 5 kms en una hora, ascendiendo solo hasta los 3900, donde el paso se encontraba a los 4100 mts. Sin fuerzas y con el viento comenzando a soplar hacemos carpa en la única pequeña parte plana que encontramos para acampar. Hacer la carpa y cocinar hubiera sido algo agradable si no hubiera sido por el viento quien se dedicó a hacer de estas dos simples labores un total sufrimiento gracias a su inclemente rugir.
Pasamos la noche en medio de uno de los vientos más fuertes que habíamos tenido, tanto que por momentos pensé que mi carpa iba a salir volando, gracias a Dios contábamos con buenas carpas.
Siguiente día más arena, más subida y más tramos empujando la bici. Llegamos al paso después de luchar contra la arena y comenzamos andar por entre las pampas del alto por caminos menos arenosos pero tan estrechos que si uno no calculaba bien las alforjas de adelante golpeaban con la pista y se caían. Y por cosas que solo pueden pasarle a un ciclista después de venir de días y días enteros con sol, apenas llegamos al punto más alto se nubla el cielo y la temperatura baja y a más de 4100 mts no es tan cálido como se cree. Después de luchar, madrear y hasta caerme y golpearme la rodilla llegamos a la ruta internacional, una carretera más amplia, igualmente destapada pero al menos más dura.
Aprovechamos el momento para almorzar y tomo la decisión de no seguir por la ruta de las lagunas y seguir rumbo a Ollagüe para pasar a Chile. No quería seguir en medio de esa mierda de arena y empujando la bici. Decisión a la que se me une Georg, solo Xavier y Olivia deciden seguir por las lagunas. Después de comer y retomar fuerzas, otra despedida más y el grupo se desintegra más.
Una subida en medio de la arena a no más de 5 km/h y en tramos empujando la bici. Cosa nada fácil ya que venían pesadísimas por la cantidad de agua y comida de más que traíamos.
Empujando en medio de la arena con las llantas enterradas hacemos unos miserables 5 kms en una hora, ascendiendo solo hasta los 3900, donde el paso se encontraba a los 4100 mts. Sin fuerzas y con el viento comenzando a soplar hacemos carpa en la única pequeña parte plana que encontramos para acampar. Hacer la carpa y cocinar hubiera sido algo agradable si no hubiera sido por el viento quien se dedicó a hacer de estas dos simples labores un total sufrimiento gracias a su inclemente rugir.
Pasamos la noche en medio de uno de los vientos más fuertes que habíamos tenido, tanto que por momentos pensé que mi carpa iba a salir volando, gracias a Dios contábamos con buenas carpas.
Siguiente día más arena, más subida y más tramos empujando la bici. Llegamos al paso después de luchar contra la arena y comenzamos andar por entre las pampas del alto por caminos menos arenosos pero tan estrechos que si uno no calculaba bien las alforjas de adelante golpeaban con la pista y se caían. Y por cosas que solo pueden pasarle a un ciclista después de venir de días y días enteros con sol, apenas llegamos al punto más alto se nubla el cielo y la temperatura baja y a más de 4100 mts no es tan cálido como se cree. Después de luchar, madrear y hasta caerme y golpearme la rodilla llegamos a la ruta internacional, una carretera más amplia, igualmente destapada pero al menos más dura.
Aprovechamos el momento para almorzar y tomo la decisión de no seguir por la ruta de las lagunas y seguir rumbo a Ollagüe para pasar a Chile. No quería seguir en medio de esa mierda de arena y empujando la bici. Decisión a la que se me une Georg, solo Xavier y Olivia deciden seguir por las lagunas. Después de comer y retomar fuerzas, otra despedida más y el grupo se desintegra más.
Con la decisión tomada de no querer amargarme el viaje sigo rumbo a Ollagüe con Georg, por una bajada destapada con partes cubiertas de arena, tan peligrosas que en una casi pierdo el control de la bici. Volvemos a bajar a los 3700 mts y antes de cruzar la frontera nos comemos las provisiones que teníamos de comida natural y fresca, que por motivos de aduna chilena no se podían cruzar. Al cruzar la frontera comienza nuevamente a castigar de frente con toda su fuerza el viento. No nos quería dejar llegar a Chile.
Ya al llegar a Chile, me encuentro con una de las fronteras más amigables hasta ahora. Tanto, que uno de los encargados de la aduana me ayuda a llenar el formulario y se pone a charlar un rato conmigo preguntándome sobre el viaje. Luego de migración la respectiva revisión de la comida que llevábamos y siguiente el registro de la bici. Una frontera que registra todo pero muy amablemente. No sé si el salir de Bolivia donde la gente puede llegar a ser una mierda hace que cualquier gesto por pequeño que sea parezca todo un acto samaritano.
Ya en el pueblo y la temperatura bajando buscamos alojamiento y al caer la noche me siento tan cansado que mi cuerpo empieza a pedir un buen descanso, traía las piernas cansadas, la piel seca y roja del sol de estas alturas, los labios secos y quemados, venía mamado de la arena, del sol, del viento, del frío. Desde que salí de Cusco no había vuelto a bajar de los 3000 mts, y desde que salí de Oruro no había tenido ni 2 días si quiera para descansar. La altura es buena pero tanto de lo mismo agota, y pedaleando casi en los 4000 el agotamiento es mayor y mi cuerpo me exigía cada vez más un alto. Alto que tendría que esperar más tiempo, porque aunque Bolivia y sus exigentes carreteras quedaban atrás, venía Chile y 4 días más de duras carreteras en medio del desierto, el viento y más maldita arena, más arena.
Ya al llegar a Chile, me encuentro con una de las fronteras más amigables hasta ahora. Tanto, que uno de los encargados de la aduana me ayuda a llenar el formulario y se pone a charlar un rato conmigo preguntándome sobre el viaje. Luego de migración la respectiva revisión de la comida que llevábamos y siguiente el registro de la bici. Una frontera que registra todo pero muy amablemente. No sé si el salir de Bolivia donde la gente puede llegar a ser una mierda hace que cualquier gesto por pequeño que sea parezca todo un acto samaritano.
Ya en el pueblo y la temperatura bajando buscamos alojamiento y al caer la noche me siento tan cansado que mi cuerpo empieza a pedir un buen descanso, traía las piernas cansadas, la piel seca y roja del sol de estas alturas, los labios secos y quemados, venía mamado de la arena, del sol, del viento, del frío. Desde que salí de Cusco no había vuelto a bajar de los 3000 mts, y desde que salí de Oruro no había tenido ni 2 días si quiera para descansar. La altura es buena pero tanto de lo mismo agota, y pedaleando casi en los 4000 el agotamiento es mayor y mi cuerpo me exigía cada vez más un alto. Alto que tendría que esperar más tiempo, porque aunque Bolivia y sus exigentes carreteras quedaban atrás, venía Chile y 4 días más de duras carreteras en medio del desierto, el viento y más maldita arena, más arena.